Fue quizás tu frente firmé, tus pasos lentos, o simplemente solo fui yo…
Me vi tan sola y tan sin nada, que decidí abrazarme, detener el tiempo y sacarme mentiras… Justificar cada una de las veces en que me odié sin ningún tipo de derecho, me obligué a pedirme perdón, a dejar de lado rencores, aprender a aceptar de mi, mí yo, ser yo de una manera más sana, pensar en grande, jugarme por lo que quiero, nunca bajar los brazos más allá de sentir que no había nada más por hacer, porque siempre se puede un poco más, siempre podes dejar de querer, siempre y cuando primero dejes de odiar, una meta sirve, eso lo aprendí en uno de mis tantos golpes, cuando algo no sirve no hay que arrojarlo, porque de hecho por algo está, por algo fue y por algo seguirá siendo un consumidor de tiempos eternos…
Te extraño más de lo que alguna vez te extrañé, si, porque entre mis pasos débiles mi mayor resistencia eras vos, los silencios que guardo, todo, te lo doy.
Te presento lo que soy, lo que a mi manera amo ser. Acepto tu partida y decoro a mi alma en sombra, no quiero tu mirada cargada de lastima ni esa voz hiriente que aunque no hable lastima.
Cuando te pedí que te fueras si es que ibas a dolerme, no hiciste más que voltearte entero, con ello mi mente se ocupo de rellenar los vacíos que tu partida dejo. Llegaron caricias sin nombres, ojos y miradas que nunca reflejaron lo que necesitaba. Días en los que maldije tu nombre por extrañarte tanto. Noches de razones, días de reproches.
Hoy sé que no estaré ahí para secar tus lágrimas cuando sientas la presencia de mi ausencia y el dolor prematuro de haber matado lo que pudo ser. Ya no estaré esperando tus abrazos, tus aplausos, ya no…
