Frases de la vida, montones de letras, millones de sentimientos, pasado, presente, futuro, angustías, alegrías, triunfos y derrotas

Han Pasado por acá...

jueves, 4 de octubre de 2007

Aqui Yo...




Nací un día sin saber si lo desee o simplemente nací porque debía… Qué iba a depararme la vida, qué clase de gente frecuentaría mis andares, qué momentos me aguardaban, que dolores me acogerían, qué alegrías me conducirían a sentirme feliz, en fin, todo lo que se supone que te regala una vida, todo eso arrancó de cero, y hasta el momento tuvo de todo, quién nunca se planteó escribir un libro… Volcar en un papel lo que sale con dolor o con placer del alma? Heme aquí sentada frente a una máquina que trata de demostrarme que las cosas cambiaron…
Desde pequeña sentí que un gran alivio ante un dolor grande o una alegría enorme la mejor forma de describirlo era así, plasmándolo en algún rincón (sumemos aquí al alma) Y registrarlo para el día de mañana tener presente hasta el último detalle, otra cosa que sostengo es que esos detalles aún sin volver a releerlos me los sé de memoria, de pi a pa como quien dice, pero el escribir me da seguridad de que el día en que ya no pueda añorarlos, alguien podrá sentirme a través de una palabra, de una frase bruta, o justa… En fin, mi deseo es estar en la historia de alguien, compartirme… Adelante, bienvenido, pase usted…

De 0 a 7 años


Mamá… Me habrás abrazado, me habrás mirado confundida y cansada, te habrás sentido llena? O quizás vacía? La cosa es que acá estoy conociéndote y amándote desde la primera vez…
Acá tendría que mentir, inventarme bebé, y mi imaginación no vuela tan alto, pero supongamos que mi primer palabra fue ajó, o enge, quién dice…Quizás gritaba reclamando una teta que me correspondía simplemente porque era mía (y hasta por ahí no más, quizás, del señor con barba que supongo pretendía que le diga papá) La pelea continúa de mi primer palabra (no digo que haya existido, pero ante la duda, supongamos).
Mi aprender a andar, que si salía chueca o si me golpeaba la frente, que el andador retraía o no mi aprendizaje. La cosa es que caminé y ete aquí mi libertad ante la vida en la cual todo era tocable aún conociendo los peligros ante el dedo acusador de quién vea mis actos, pero como sabemos en cada experiencia nueva los errores son infaltables, dedo en el enchufe no! Dedos en el enchufe si! (tengo pruebas que lo avalan) quema! tuto! caliente! fuego! disparen!! Y uno iba y tocaba y aprendía y acumulaba cagada tras cagada lo que era anticipado y uno de testarudo, llamémosle travieso para no imponer en una persona tan pequeña un acto descarado de lo que a futuro será parte de la personalidad.
Una infancia feliz, recuerdos que abundan, risas a montones, llantos, golpes, y cuántas aventuras mi Dios!
Dos hermanas más grandes, vale decir que por ende aprendí bastante de ellas, caminar en puntas de pie a la hora de esa maldita siesta que a ningún niño con las hormonas siempre a estrenarse ante un nuevo día, le gustaba….
Vivía en Río negro, son muchas las cosas que se me vienen a la mente, entre tantas y para no alargar este espacio en mi vida, nombraré a algunas…
Una aurorita roja, mi primer bicicleta, convengamos que no era nueva, la última siempre recibía lo que quedaba de la primera, la segunda todavía podía hacerla pasar por nuevita o de poco uso, pero yo!!! Ya estaba a medio pelo, ni hablar de las rueditas, una levantada a 20 centímetros del piso y la otra sin un calculo que pueda deducirse, la cosa es que andaba y que en esos días tenia que disfrutarla más allá de los golpes, porque era mía y de nadie más, ninguna de mis hermanas podía reclamarla, igualmente supongo que no lo harían pues hacia rato que no necesitaban de esas dos ruedas que eran mi salvación ante la caída precipitada de mi ser pequeño… No puedo olvidarme cada uno de los dolorosos golpes que acechaban aquella época, al tiempo uno quiere dejar de depender de un sostén que te limita ante una vereda de tierra y aventurarse a la vuelta manzana sin que nadie lo este empujando, aprendí con bruscos golpes (tengo pruebas) pero aprendí.
En esos tiempos mis padres, de aquí en más Carlos y Corina, tenían un kiosco, lo que sabemos es algo así como el paraíso para cualquier persona aún mayor, pero bueno convengamos que para un niño lo es todo… Se acuerda que les nombre la siesta? Y el silencio constante a esa hora?, les nombre a mis hermanas de ahora en más, Flavia y Verónica, formábamos algo así como una banda profesional de rateras golosas, afuera nos esperaban ansiosos los amigos dispuestos siempre a los banquetes lujuriosos de alfajores, chupetines y cuanta cosa nos entrara en mano… Jugábamos al Kiosquito, la cosa era que nadie pagaba nada, y comíamos hasta el punto de estar inmóviles durante horas… Hasta que obviamente Corina y Carlos empezaron a notar los espacios vacíos… El kiosco cerró al poco tiempo…
En el fondo de casa había un arroyo, en el cual pasábamos los días… Algo que siempre me gustó es el agua, vivía en el agua hasta que una vez, por no hacer caso al dedo acusador de Corina con la poca experiencia que tenia ante la libertad de mi bici sin ruedas fui a arrojar la basura al pozo, (no había canastos de basura en la puerta). La imagen que guardo, al margen de la cicatriz en mi pierna izquierda, es que cuando caí al piso y vi el estado deplorable de mi pierna sangrante pensé: Por qué razón no escuché a Corina cuando me dijo: Popi (así me dicen desde bebé) no vayas en la bicicleta, te vas a caer, una de dos: o mi mamá me echo la maldición o era bruja!! La vi entre medio del tembleque en mis ojos (las lagrimas que me estaban saliendo impedían que vea con claridad a lo lejos) a Corina corriendo con cara de “la mato”, pero basto con verme para que se de cuenta que la bici y el tacho se le habían adelantado a que aprenda a hacer caso cuando ella me dice que no…
Al poco tiempo de mi caída, recuerdo llegaron los reyes magos, y qué trajeron?! La pelopincho!!! Qué emoción que cosa más linda, naranja con dibujos en blanco, algo que las tres pedimos sin discutir, dejamos el egoísmo de lado, no queríamos una cosa para cada una, sino más bien una para las tres, no sé si nació de nosotras el pedir solo eso o simplemente nuestros padres nos alentaron a decir esto o aquello, los reyes no pueden más que esto (vale decir, “esto”, era la pileta) La cosa que las tres estábamos colmadas de felicidad… Pero yo lo observaba desde adentro, veía a mis hermanas jocosas, salpicando agua, jugando a ver quién aguantaba más abajo del agua, ahogándose hasta llorar, traidoras!! Yo con mi pierna herida no podía más que eso, mirar, saltaba por la ventana en la hora de la siesta, y mis hermanas me dejaban mojarme los pies, grato gesto viéndolo hoy en día.
De esta época la mayoría de los recuerdos son lindos, Flavia mi hermana más grande se había venido a vivir a Buenos Aires con mi abuela, y siempre nos mandaba cartas, algunas aún las tengo, y dentro de cada una nos enviaba figuritas de frutillitas pidiendo que no nos peleáramos que eran para las dos, que compartamos, que no hagamos renegar a papá ni a mamá… Creo que esta es una de las causas que con Vero decidimos encontrar una nueva victima para que tolere, más allá de no quererlo, nuestras tantas travesuras, nos apoyamos en la abuela Evarista, una viejita que era dueña de la casa en donde estábamos y que dormía en casa, pobre Evarista Dios mío! Las cosas, las salvajadas que tuvo que vivir, tardaba una hora en hacer una cuadra, y durante toda su caminata con Vero, armábamos una mini banda con bombo, y platillos y acompañábamos su pasear pegadas a ellas y a su oído, hace poco me enteré que murió, creo que llegó a los 110 años… Y no sé cómo.
Un recuerdo feo es esa noche en la cual venia caminando de la mano con papá y aparecieron dos hombres que se acercaron, miraron a mi viejo y preguntaron: Carlos Barbosa? Mi papá contestó afirmativamente, lo alejaron de mi y le dijeron nos tiene que acompañar, me llevaron a casa y a papá con ellos…Me asusté y lloré.
Mi mamá siempre iba a verlo, la cosa es que al viejo lo habían metido preso, era porque había robado un foquito de luz, (tengamos en cuenta que estaba Alfonsín en esa época) Después de eso, nos mudamos, pueblo chico, infierno grande “Valcheta” iba quedando atrás, y empezaba mi nueva etapa de vida en Buenos Aires…
Continuará…

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